Un rayito de sol

"Un rayito de sol"


La Historia de AMADEO VALENTINO SANDOVAL, hijo de Andrés Sandoval, Miriam Nosiglia. Argentina, GUALEGUAY ENTRE RÍOS. 13 de septiembre de 2018.


Todo sucedió hace 2 años y 4 meses atrás, en ese entonces tenía 18 años, una niña no tan niña, que estaba aprendiendo a ser mamá sin con mi hijo en mi vientre. Mi embarazo era muy saludable, estábamos muy felices con su papá de poder ser padres y muy ansiosos de conocer a Amadeo, que pronto estaría con nosotros.

En la semana 30 cuando fui a un control sola porque mi marido se encontraba trabajando y no le habían dado permiso de retirarse para que me acompañara a mi cita con la obstetra. Me hizo una ecografía, me pesó, también observó el peso de mi bebé. Me dijo que todo estaba muy bien, yo noté que ella estaba muy apurada, porque era tarde. Habían apagado las luces del centro de salud, la secretaria ya no estaba. No había nadie. Ella me dijo que todo estaba bien. Yo no me quedé tranquila y me fui a otra doctora automáticamente, la cual me dijo que el peso de mi bebé estaba por debajo del que tenía que estar. Pasó un mes y volví con mi obstetra a mi control mensual, está vez fui junto a mi marido André. Me pesó y me dijo que mi peso era demasiado y estaba afectando en la presión y a causa de mi presión arterial alta (13), mi bebé tenía bajo peso, y tenía poco líquido amniótico. Me mandó a reposo absoluto hasta finalizar mi embarazo, dieta estricta y medicación cada 12hs.

Aquellas pastillas me causaban somnolencia y dormía prácticamente todo el día, tenía mi presión muy baja (8), me caía cada vez que intentaba pararme. Fueron semanas muy difíciles, pero sabíamos que, si seguíamos todo al pie de la letra, era por una buena causa, AMADEO. El iba a estar en nuestros brazos pronto, estábamos felices.

El 10 de septiembre de 2018, le envié un mensaje a mi partera preguntándole si había fecha de nacimiento, me dijo que Amadeo nacería un lunes 17 de septiembre. La felicidad que teníamos era enorme, muy grande.

Tres días después (13), un jueves, fuimos a nuestro último control, me acuerdo de que teníamos turno a las 19hs y nos atendieron a las 22.30 aprox. Entramos al consultorio, me pesó, me felicito porque su objetivo era que Amadeo suba de peso así llegaba a los 2kg y me hacía cesárea, y también así mientras el subía su peso yo bajaba. Yo había bajado 200 gr. Ella empezó a hacerme la ecografía y mientras la hacía gesticulaba. Le pregunté si todo iba bien y me dijo: “Si, quédate tranquila”, siguió haciéndome la ecografía, y así le pregunté 3 veces más porque su cara lo decía todo, hasta que se animó y me dijo que “no había latido”, AMADEO había fallecido hacia 4 días atrás dentro de mi vientre. Yo no supe cómo actuar, lloré, grité, no sabía cómo seguir viviendo sin mi Amadeo. Gracias a dios a mi lado estuvo mi marido Andrés que jamás me soltó la mano, dentro mío tenía una infección, la doctora me dijo que me calmara, porque también corría riesgo mi vida. Mi fuerza siempre fue mi marido y mi hijo desde el cielo que jamás me soltaron.

Me hicieron cesárea de urgencia, llegaron familiares, gente conocida, sinceramente jamás habíamos estado tan acompañados en nuestro peor momento. Al día siguiente, encendí mi celular y tenía muchos mensajes, pero uno de ellos me sorprendió y me llamo mucho la atención, mi doctora había estado en varios juicios por “MALA PRAXIS “los cuales nosotros jamás nos habíamos enterado. Hasta hoy, no sabemos que paso, no quisimos hacer autopsia porque no queríamos tocar su cuerpito, ya era demasiado dolor para nosotros, queríamos que el descansara en paz. Pero aún nos hace ruido, hable con una Ginecobstetra de Gualeguay y me confirmó, que mi obstetra no hizo las cosas bien. Me animé a comunicarme después de dos años con mi partera, me atrevía preguntarle cómo era Amadeo, como era el color de su piel, sus manos, su carita, si tenía cabellos, pestañas... Ella me contó que Amadeo era muy parecido a mí, era un gringo muy hermoso, con su nariz ñata y con muy poco cabello. Era tan, tan rubio que ni cejas tenía. Completamente hermoso nuestro hijo

Por otro lado, respecto a la vivencia de mi lactancia en duelo, tras dar a luz a un niño fallecido, una ilusión que se me fue de las manos, un rayito de sol completamente frío…

Desde los 4 meses del embarazo de mi niño empecé a ponerme cremas para mis pezones así no se me lastimaban cuando Amadeo vaya a tomar de su leche, creo que debo decir que me obsesioné un poco con la crema, me salía bastante calostro y yo me sentía feliz, porque eso me decía que había vida dentro mío, que mi bebé estaba muy bien.

En la semana 38 cuando me hicieron cesárea de urgencia fue impresionante como me salía leche, sentía que debía dar de amamantar a alguien, que esa leche era puro amor y yo quería dar vida a través de la muerte de mi pequeño Amadeo. Mi obstetra me dio dos pastillas para que tomara, así se me cortaría la leche, pero jamás supe de la donación de leche materna, ni de la “gotita de leche para el recuerdo”. Tome esas pastillas y era tanto lo que me salía que ni eso pudo cortarme la cantidad de leche. Me dijeron que me fajara que usara corpiños bien apretados para que no me hiciera mal (Como si fuera fácil). Era tanto el dolor que tenía que no quería que esa leche se fuera, era lo único que me quedaba de mi pedacito de sol…

Me hubiese encantado donar, me hubiese encantado dar vida después de la muerte, que de algo tan doloroso y, triste vea un mínimo lado positivo, pero no….

Hoy gracias a MOVIMIENTO RUBÉN, se de lactancia en duelo, conozco la donación de leche materna. Y ver tantas mamas que han donado su leche, me parece admirable. Gracias OLAYA RUBIO, por hacerme parte de esta hermosa experiencia, desde Argentina te mandamos muchos besos con Amadeo. Te queremos Rubén. ❤🙏

Texto: Miram Nosiglia