Entrevista a Leyre, mamá de Mar, por Olaya Rubio Vilchez
-Hola Leyre, bienvenida a este espacio tan especial, entre mamás que hemos amado con todo el alma y que hemos tenido que despedir demasiado pronto. Gracias por abrirnos tu corazón.
-Gracias a ti Olaya por permitirme este espacio para nombrar a mis hijas, Alma y Mar, y poder contar nuestra historia de amor.
-Me encantaría que empezaras contándonos quién eres tú… y por supuesto, que nos hables de Mar. Esa bebé tan deseada, acunada con tanta conciencia en tus aguas, y con tanto amor en cada célula de tu ser.
-Mi nombre es Leyre, soy madre en la tierra de una niña que se llama Ana y en el cielo de dos seres de luz y amor que se llaman Alma y Mar.
Mis tres maternidades han sido procesos de mucha consciencia y de mucho amor.
La pérdida de Alma supuso una herida profunda que aún a día de hoy sigue sangrando, ella me abrió las puertas al mundo del duelo perinatal...se marchó muy pronto, en el primer trimestre. Llegó por sorpresa, como un regalo de la vida, un regalo efímero. Luché mucho por sobreponerme, por seguir adelante, porque no se me quebrara la voz cada vez que veía en la calle a algún bebé que pudiera tener su misma edad. El duelo perinatal es un proceso que se esconde y se vive en silencio, y si es en el primer trimestre, aún más.
Tras un año de duelo, decimos que era buen momento para ampliar la familia. No me gusta la frase “volver a intentarlo”, considero que un hijo es un hijo independientemente de la semana gestacional en la que se encuentre. Un hijo siempre forma parte de la historia de amor de una familia.
Mar llegó muy pronto, parecía que mi niña nos estaba esperando. Siempre tímida en las ecografías, no le gustaba mucho mostrarnos su carita.
Pasé mucho miedo en su embarazo, mucho...fue una carrera de fondo, deseando llegar a la meta, deseando abrazarla. Recuerdo que tengo una fotografía de una eco suya en el que se ve su cuello...cuantas noches me dormí abrazada a esa fotografía rogándole a la vida que me permitiera besarla.
Desgraciadamente, una mañana de lunes, cuando ella tenía 35+5 semanas, sentí que su cuerpo no se movía, no reaccionó con el desayuno. Fuimos a urgencias y tuve que escuchar las tres palabras más duras que he escuchando en mi vida “No hay latido”. Nació con alas, directamente al cielo al día siguiente, 21 de Enero de 2025.
Realmente, siempre tuve la intuición que no iba a poder quedarse conmigo, puede que fuera el miedo, pero así lo sentí.
-Sé que, como madre informada y consciente, preparaste un plan de parto completo para ella. Un plan que ojalá nunca hubieras tenido que usar. Pero si lo peor sucedía, querías estar preparada, y ofrecerle a tu hija lo mejor posible también en su despedida.
Empezamos por el principio...
-¿Cómo fue el proceso de diseñar ese plan de parto completo para Mar?
-Alma me enseñó que un test positivo no es sinónimo de un bebé en brazos. Por ello luché bastante para realizar mi plan de parto con el supuesto de Muerte Perinatal, y también de Muerte Materna. Considero que es muy importante tomar ciertas decisiones con serenidad y acceso completo a la información, tomarnos el tiempo que necesitemos para pensar y decidir.
Siendo sincera, ese proceso de búsqueda de información fue un proceso bastante frustrante, cuando en consulta demandé información sobre los protocolos de muerte perinatal y materna actualizados, no supieron sostenerme, me dijeron que no me preocupara, que la próxima vez que nos viéramos seria con mi hija en brazos, cosa que no fue así.
Sólo hubo una persona que me permitió hablar de muerte, que me sostuvo la mirada y me ayudó a que clarificara mis ideas, me informó y pude realizar al plan de parto de mi hija Mar, completo, como yo deseaba.
Hay que ser muy generoso para poder mirar a los ojos a una persona y hablar de dolor, de muerte. Según mi experiencia personal, estas personas, son personas que han conocido de primera mano, que la muerte forma parte de la vida, ellas también un día estuvieron perdidas, rotas...seguramente alguien les tendió la mano, como hicieron después conmigo.
Un aspecto importante que me gustaría añadir en esta parte, es que todas las personas tenemos un contexto, en mi caso es importante reseñar mi contexto profesional.
Soy enfermera y en 2024 trabajé en la unidad donde ingresan las madres que acaban de dar a luz a sus hijos sin vida. He atendido a madres que ingresaron en la misma habitación donde meses más tarde ingresaría con mi hija Mar...de ahí mi necesidad de tomar decisiones de forma previa.
De ahí mi perdida de inocencia. En ese tiempo fui consciente que hay bebés que fallecen cuando se encuentran a término.
No era miedo, no era simplemente una embarazada asustada, también era una madre y una mujer que tenía la certeza que eso ocurre.
Por favor, como profesionales no tengamos actitud paternalista hacia las mujeres en general y embarazadas en particular.
¿Quién es Mar? ¿Cómo la sentías mientras crecía en tu interior?
-Mar es un ser de luz y amor, es una historia de amor viva. La estela de su amor me sostiene día a día, ella iluminó partes de mi vida que ni siquiera sabía que estaban a oscuras.
Ha dejado un gran vacío físico, es cierto, pero también me ha dejado un amor infinito. Y el amor, nunca muere.
Desde el primer momento rechacé la idea de mantener a mi hija “escondida” como nos obliga la sociedad.
Mi hija no es vergüenza, mi hija es amor.
Entiendo que mi dolor pueda remover a algunas personas y necesiten distanciamiento, pero desgraciadamente en ese caso, también se perderán una preciosa historia de amor que transciende en tiempo y espacio.
A pesar de todo el dolor, y asumiendo que tristemente no puedo cambiar el desenlace, si pudiera elegir, la elegiría a ella, por encima de todo, a pesar de todo.
Su embarazo fue tranquilo, sin sobresaltos médicos, todo “era normal”, todo estaba bien...a mí me trataban como una embarazada asustada porque antes había perdido un bebé. Fue un embarazo de muchos miedos, de mucho anhelo, de un deseo inmenso de abrazarla al otro lado de la piel.
El embarazo de Mar transcurrió escuchando la canción “Somewhere over the rainbow” y precisamente allí, es donde sé que ella me está esperando, porque sí, también es importante visibilizar que hay “bebés arcoiris” que tampoco pueden quedarse.
¿Cómo se planifica un parto cuando existe el riesgo de que tu bebé no sobreviva?
-Realmente tal y como leí en un libro “Todos estamos expuestos a todo, y eso nos hace iguales”.
Todas las embarazadas potencialmente podemos formar parte de las dolorosas estadísticas de muerte perinatal del tercer trimestre, no somos conscientes de ello, hasta que nos pasa o a alguien muy cercano le ocurre.
El mensaje que nos llega es que esas muertes no ocurren, y si acaso a alguien cercano le ha pasado, tomamos distancia pensando o imaginando que existe algún requisito médico que tuviera esa persona que dé respuesta a lo que ha ocurrido...cuando los profesionales de la salud saben que esto no es así.
La muerte súbita existe, el desprendimiento de placenta existe, las vueltas de cordón existen, el prolapso de cordón existe...madres sanas y bebés sanos que por desgracia nacen sin vida.
Las embarazadas deberíamos tener el derecho real a que si demandamos esa información se nos facilite.
Existe demasiado tabú, y lo que no se nombra no existe.
Dar a luz a tu hija cuando sabes que ya ha fallecido dentro de ti es algo muy duro, pero en aquel momento me sentía con ganas de conocerla, con ganas de besarla. Aunque nació dormida, pude por fin besar su cuello, momento que guardaré mientras viva en mi corazón.
Hay personas que me preguntan si parir a mi hija sin vida ha sido el momento más duro de mi vida...y no fue así porque en ese momento, tenía su cuerpo, tenia su cara, tenia su olor.
El momento más doloroso de todo el proceso de su muerte y de mi vida, fue cuando tuve que dejarla, cuando supe que mis brazos no volverían a sostener el peso de su cuerpo, cuando supe que mi nariz no volvería a olerla, cuando supe que mis labios nunca más la besarían.
En ese momento, sí se me partió el alma, no antes.
¿Cómo se vive el embarazo sabiendo que quizá haya que decir adiós demasiado pronto?
-En el caso de Mar, todas las revisiones estaban bien. Tanto ella como yo estábamos sanas. Al tener una hija sana previamente y considerando que la perdida de Alma era algo bastante común diciéndome incluso que era algo “que veían todos los días en consulta”...en el embarazo de Mar dieron por hecho que potencialmente iría bien, cosa que a día de hoy aún me remueve mucho, no puedo soltar, tal vez si no hubieran dado por hecho que todo iría bien, hubiesen visto algo o ella podría haberse salvado de alguna manera.
¿Qué te ayudó a afrontar ese parto con presencia y amor, aunque pudiera implicar despedida?
-El deseo de ver su cara, el deseo de besarla, olerla...el hecho de saber que iba a conocer a mi niña a este lado de la piel, eso era lo que me dio la fuerza para afrontar su parto.
Me ayudó también contar con el acompañamiento de mi marido durante todo el proceso.
Las profesionales que me atendieron fueron luz, recuerdo a la matrona dándome la mano en el proceso de parto, es algo que agradeceré toda la vida.
En todo el proceso de despedida de Mar estuve rodeada de mucho amor.
¿Qué detalles incluiste en ese plan de parto para honrar a Mar en cada paso, también en la despedida?
-El aspecto más importante que incluí y que me ha sostenido en mi proceso de duelo fue el hecho de decidir hacer lactancia en duelo, es decir, donar su leche, y lo que para mí tuvo un mayor peso, donar su calostro.
En tres ocasiones diferentes profesionales que me atendieron me ofrecieron tomar la medicación para inhibir la lactancia...si no lo hubiese decidido previamente, puede ser que en ese momento de vulnerabilidad hubiese aceptado tomar la medicación.
-¿Qué protocolos te ofrecieron en el hospital para crear recuerdos con ella: fotos, huellas, ritos...?
-Desde la muerte de Alma, entré a formar parte de la Asociación de Duelo Perinatal Matrioskas, estuvieron presentes en todo mi proceso de despedida, asesorándome y acompañándome.
Más que el hospital, siento que fueron personas concretas las que me ayudaron a crear esos recuerdos. En primer lugar, me ayudaron a conocer a mi hija. Fue un momento con bastante impacto emocional para mí, me sentí a punto de romperme. Fueron extremadamente cuidadosas y me dieron todo el tiempo del mundo para hacerlo.
Me regalaron la impresión de la placenta de mi hija Mar, me hicieron las huellas de sus manos y pies y me dieron todo en una preciosa y simbólica caja de recuerdos.
Me dieron corazones de tela que pudimos intercambiar Mar y yo, para quedarme para siempre ese trozo de tela que rozó su piel.
Nos dieron toda la intimidad del mundo, para realizar las fotografías que necesitamos.
El hospital cuenta con una cuna de los abrazos gracias a la labor incansable de la asociación “El legado de Oliver” por lo que pudimos estar con ella el tiempo que a priori necesitamos.
Me gustaría también añadir dos momentos a los que me he aferrado en muchas ocasiones en estos meses de dolor, ambos facilitados por la misma profesional a la que estaré agradecida siempre.
El primer momento fue cuando me ofreció hacer piel con piel con Mar, lo recuerdo como un momento único y lleno de simbolismo, lo llevare grabado en mi alma para siempre y es algo que si ella no me lo hubiese ofrecido, tal vez no lo hubiese realizado.
El segundo momento, fue cuando me ofreció llamar al sacerdote del hospital, gracias a ello, pudimos bautizar a Mar.
Gracias, como dije anteriormente, todo el proceso de despedida de mi niña, estuve rodeada de amor.
Faltaron cosas, la más importante el acompañamiento psicológico proporcionado por el hospital, pero en este momento, elijo quedarme con lo que sí tuve.
-¿Cómo fue ese momento de crear recuerdos en medio del dolor? ¿Qué se quedó contigo?
-En esas casi 24 horas que estuve con ella, la sensación que tuve es la de querer parar el tiempo, querer congelarlo.
Sabía que mi vida a partir de ese momento iba a cambiar, iba a ser dura, pero fui muy consciente que quería estar presente porque en ese instante, la tenía a ella, sin vida sí, pero estaba entre mis brazos.
Se han quedado en mi alma varios momentos, recuerdo con amor cuando la vestí con la ropa que tanto me había costado elegir para ponerle en su primera puesta. Era un conjunto de algodón, con su nombre bordado “Mar”, recuerdo la de vueltas que dí para comprarle el conjunto perfecto, digno de su cuerpo, y la de vueltas que dí para elegir el hilo con el que bordaron su nombre, debía ser el verde perfecto...y fíjate, de repente estaba allí, en aquel cuarto de hospital vistiéndola, pero ella estaba dormida para toda la eternidad.
Recuerdo cuando le quité el gorrito que le pusieron en paritorio y vi su pelo, su pelo rizado...no sé porqué su pelo es algo que aún a día de hoy me produce dolor, dolor profundo y hondo...tal vez porque tenia el pelo rizado como yo, no lo sé.
El segundo momento que atesoraré en mi corazón toda mi vida, fue cuando la sostuve en brazos y le canté una nana “Pajarito que cantas en la laguna”, esa nana que me cantaba mi abuela a mí, y que yo también canté a mi hija Ana. A día de hoy, le sigo cantando esa nana para que le llegue mi amor, donde quiera que esté.
Tras la partida de Mar, ¿cómo viviste la subida de la leche?
-Me produjo mucha ambivalencia. Mi cuerpo seguía creando vida de alguna manera, pero la personita a la que iba destinada esa leche, esa vida y ese amor no estaba.
Me sentí un poco desconectada de mi cuerpo, como si él fuera por un lado y yo por otro. Al principio me sentí traicionada por él, como si mi cuerpo fuese capaz de lo mejor, y de lo peor.
-¿Cómo gestionaste ese cuerpo preparado para nutrir, sin la bebé en brazos?
-Fue muy duro. El postparto en sí mismo es un proceso bastante duro, con muchos cambios a nivel físico y emocional. Mi postparto en duelo, ha sido el momento de mi vida en el que más cerca he estado de que la fina linea entre locura y cordura se rompiese.
Ha sido un momento extremadamente doloroso, desgarrador, y solitario...extremadamente y terriblemente solitario.
Sólo al recordarlo me entran ganas de abrazarme, ¿cómo es posible que como sociedad hagamos sentir tanta soledad a una mujer que está viviendo algo tan desgarrador?
No saben qué decir...tal vez empezar por un “Lo siento” sea un buen punto de partida.
-¿Decidiste donar tu leche? ¿Cómo fue ese camino?
-Cuando me dieron el alta del hospital, pensé que me facilitarían todo para poder irme de allí con la parte “burocrática” hecha.
Tuve que volver a la semana para extraerme la sangre, entrevista médica y firma de consentimientos.
El banco de leche de mi hospital, es un centro satélite del banco de otra ciudad.
El lugar donde se encuentra es entre las unidades de Paritorio y Neonatos.
La sangre me la extrajeron dentro de la Unidad de Neonatos, rodeada de bebés, tan solo una semana después de haber perdido a mi hija.
Creo que fui muy perseverante, en aquel momento, lo único que deseé fue salir corriendo y no volver nunca más, fue un dolor añadido e innecesario escuchar los llantos de aquellos bebés.
Posteriormente me facilitaron que mi marido entregara la leche, cosa que me ayudó bastante para continuar con la donación, porque realmente fue una tortura tener que volver a pasar por la puerta de paritorio, donde nació Mar.
-¿Crees que el proceso de donación te ayudó a darle sentido al sinsentido?
-Totalmente, en primer lugar y únicamente atendiendo al punto de vista físico, me ayudó a mantener un estilo de vida saludable, cuidar mi alimentación y establecer un mínimo de rutinas.
Desde el punto de vista emocional, me dio un sustento, un propósito, me hizo sentir a Mar viva a través de su leche.
Sentí que esa leche que era fuente de amor, que iba destinado a mi hija, tras su fallecimiento, sería un acto de amor de ella hacia el mundo, yo, su madre, era el vehículo para que se llevara a cabo.
Me sostenía pensar que tal vez la leche y el calostro de mi niña pudieran ayudar a que otros bebes mejoraran su salud y a tal vez contribuir a que se pudieran quedar un día mas con sus madres.
La leche materna es oro desde el punto de vista nutricional, pero también es vida y amor.
Finalmente he sabido que Mar tuvo 7 “hermanos de leche”.
Ojalá todos esos hermanitos de leche, se hayan podido quedar con sus mamás para siempre.
-¿Cómo manejaste el dolor físico de la lactancia sin bebé, junto al duelo emocional?
-Lo manejé en soledad como pude, recuerdo ponerme hoja de col fría durante varios días. Sentir que esa leche iba a ir destinada a alguien me dio como dije antes un propósito, hacía que Mar continuara presente de alguna manera.
Lo que mas me gustaba cuando rellenaba los botes de la leche para donar era poner su nombre, en las etiquetas aparecía el mío, y en todas las que entregué, al lado del mío puse el suyo MAR, para que todo el mundo supiera que esa leche era suya.
Me encantaba escribirlo, que fuera visible de alguna manera porque su paso por este mundo, aunque breve, había estado lleno de amor.
-¿Qué hiciste con la leche? ¿Donaste, transformaste, conservaste algo de ella?
-Doné, alimenté a su hermana Ana también, tengo calostro congelado para hacer una joya de leche y llevarla bien cerquita de mi corazón para siempre.
En el hospital recuerdo que el calostro me salía en pequeñas gotas, una de esas pequeñas gotas la puse en sus labios con mi dedo, como una caricia de amor eterna.
-¿Qué te ayudó en el camino del duelo, para transitarlo desde la sanación y el amor?
-Tras las dos primeras semanas que fueron realmente oscuras y duras...muy muy duras, lo que más me ayudó fue la decisión de querer hacerlo, es decir, querer seguir adelante sabiendo que tenía y aún tengo que atravesar el dolor. A partir de ahí fui enfocándome mucho en lo que me pedía el cuerpo.
El aspecto mas importante en mi proceso de duelo ha sido la terapia, también hablar con otras madres (el 99% desconocidas para mí), a nivel individual y a través de las GAM, marcó un antes y un después sin duda.
Gracias a ello, pude empezar a no sentirme sola, a no sentir que “sólo” me había pasado a mi...fue algo completamente liberador.
Sentir que estas unida a otras mujeres por el amor infinito que le procesamos a nuestros hijos, ha sido un descubrimiento realmente hermoso. Poder nombrar a sus hijos, escuchar sus historias de amor...hace que en cierta manera mi alma sane un poco y sienta que aún hay esperanza para muchas cosas.
Otro aspecto fundamental ha sido escribir, me gusta poner palabras a lo que siento, hace que la maraña de pensamientos se vuelva menos intensa, compartir mi historia, mi dolor y mi amor por mi hija.
He recorrido incesantemente la orilla del mar, mirando las olas, el agua, sintiendo el viento en mi cara...buscando encontrarla allí, es curioso como cuando observas el mar, te das cuenta que irremediablemente debe haber algo más, somos una parte de un todo mucho mayor, la naturaleza me ayuda a vincularme a esa idea.
Y por último algo que me ha dado una nueva ilusión y esperanza, ha sido la música. En la ultima Ecografía que vimos con vida a Mar, 3 días antes de su muerte, ella se tapaba la cara con su mano, sólo pudimos ver sus deditos, recuerdo que la ginecóloga nos dijo que tenía dedos de pianista. Actualmente estoy tomando clases de piano, en su honor.
A mi hija Ana, le digo muchas veces que Mar es como la música o el viento, que podemos sentirla, aunque no podamos verla.
-¿Qué rol jugó la memoria de Mar en ese proceso? ¿Qué has hecho para mantenerla viva?
-El deseo de que siga viva, su legado de amor debe continuar, ella siempre formará parte de la historia de amor de nuestra familia, siempre, pase lo que pase.
Para honrarla y mantenerla viva cada día 21 de estos 6 meses realizo un “acto de amor consciente” en su nombre para el mundo, es una forma de decir que ella sigue aquí.
No se me ocurre nada mas hermoso que transcender en actos de amor.
-¿Cómo te sientes ahora, al mirar hacia atrás?
-Me siento orgullosa de mí misma, de cómo estoy luchando por seguir adelante.
En alguna ocasión me han dicho “Si mi hijo hubiese muerto, yo me moriría” y yo siempre respondo que “No, no te mueres, que es peor”.
Sigues respirando, desde el segundo siguiente al que te dicen que tu hija no tiene latido. Sigues viviendo, muy lentamente...el mundo sigue girando para todos, incluido para ti, aunque estés rota.
También echando la vista atrás, me apetece abrazarme, es un pequeño gesto que he incorporado en honor a Mar, abrazarme y llenarme de su amor de alguna manera.
¿Qué te gustaría decirle hoy a los profesionales que acompañan a mujeres en estos partos y duelos?
-A los profesionales que tratan en primera persona con las mujeres que viven este proceso les diría que se formen, que acudan a cursos de formación, es una realidad.
Una persona cuando es profesional de la salud tiene en su mano un papel muy importante que puede cambiar el rumbo de la vida de una persona, no sólo debe centrarse en el aspecto físico, el aspecto emocional es muy importante.
Al hablar con otras mamás te das cuenta que no sólo influye el protocolo que tenga un hospital, sino también la persona que te atiende ese día.
Me gustaría también decir algo a los profesionales que aunque no tratan en primera persona con esas mujeres son los responsables de la gestión de los recursos humanos. Debe haber un sistema que garantice que se tengan las competencias profesionales para abordar y tratar con estas mujeres, en concreto para trabajar en una determinada unidad o servicio. Está muy bien que se faciliten cursos pero en ocasiones esos cursos no son secundados por todos los profesionales que trabajan en esas unidades. La empatía debe ir de la mano siempre de determinadas profesiones, y las profesiones de la salud, bajo mi punto de vista son una de ellas.
Leyre, gracias por tu verdad, tu generosidad, y por hablar desde ese lugar tan sagrado que solo algunas mujeres conocen. Gracias por hacernos parte de la historia de Mar.
Tu voz acaricia, guía, y abraza a muchas otras mamás que, como tú, parieron amor eterno.
-Gracias a tí, Olaya, por tenderme tu mano cuando todo alrededor era oscuridad. Gracias al amor por tu hijo que se irradia hacia tantas madres que caminamos de tu mano.
Gracias por facilitarme este espacio para que siga nombrando a mis hijas.
Un placer, Leyre, Alma y Mar por vuestra generosidad compartiendo vuestra historia. Un enorme abrazo de los que apapachan el alma.
Buenos días,
Mi nombre es Leyre, soy la mamá de Mar, una bebé que nació sin vida.
Doné su calostro y su leche al banco de leche del Hospital Universitario Virgen del Rocío, en Sevilla. Mi número de donante fue el 1350.
Como parte de mi proceso de sanación, quiero compartir unas palabras sobre mi experiencia como donante en duelo. Lo hago con la intención de construir, de sugerir mejoras desde el amor, y de aportar una mirada que quizá pueda enriquecer este camino.
Siempre he oído que la leche materna es muy valiosa, y que el calostro es considerado "oro líquido". Pero siento que su valor va más allá de lo científico. Para mí, la leche materna es amor líquido. Es amor que entregamos a nuestros hijos, estén vivos o no. Es amor que brota del cuerpo de una madre que, aún atravesada por el dolor, sigue siendo fuente de vida.
Por eso creo que es importante cuidar también a las madres que, desde ese lugar tan profundo, deciden donar. No buscamos reconocimiento, sino simplemente un gesto de sostén, una pequeña mirada que honre a nuestros hijos y nuestras maternidades, aunque hayan sido breves, silenciosas o invisibles para otros.
Esa leche que doné estaba destinada a Mar. Era para ella. Pero la vida quiso otro camino. Hoy deseo profundamente que parte de ese amor haya llegado a otros bebés, que haya sostenido a alguna familia, aunque fuera por un solo día más. Si así fue, habrá merecido la pena.
Con ese deseo, y en honor a mi hija y a mi maternidad, redacté un documento de agradecimiento. Lo comparto con ustedes por si consideran que puede ser útil como muestra de gratitud a las madres que, en medio de su duelo, deciden donar amor.
Todo suma. Todo cuenta en un proceso tan duro como es el duelo perinatal. Gracias por tomarse el tiempo de leerme.
Un saludo con cariño,
Leyre
La página de duelo de Lyre y Mar: @la.estrellita.de.mar
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